Llegar a desayunar y que te pongan un vasito de chupito para untar dos tostadas, es como si te despacharan un dedal de cerveza para una ración de chicharrones de aperitivo. Suelo pedir uno adicional. Porque si no te obliga a juntar las dos mitades de pan hirviente y que la manteca colorá liquida te llegue al codo. La ola de lo untable debe de ser visible desde casi todos los rincones de la barra del bar, el pan debe de estar tostado sin estar duro, y crujir cómo un saco de pimientos, y lo siguiente disfrutar de la comida más importante del día. La foto en cuestión es del bar Candelaria, digno representante del buen desayuno sevillano.
martes, 23 de junio de 2015
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